La segunda civilización más antigua de África, es la única que desarrolló un arte propio a partir de su conversión al cristianismo en el siglo III.
La sorpresa de encontrar estas Madonnas negras, manuscritos, una escuela de pintura que desciende de Bizancio y muestra influencias renacentistas, y la tradición de siglos de metalurgia ritual es paralela a la de encontrarse con un calendario propio, una Iglesia independiente y una lengua ritual anterior al latín.
El resultado es un arte único que funciona como ventana a un fenómeno cultural de apropiación y afirmación.
Las piezas que se exhiben en MAPI, pertenecientes a la Colección Kiernan, son una muestra representativa de las principales tendencias y estilos del arte etíope, y provienen de las cuatro regiones del planalto del Cuerno de África, entre Axum y Addis Abeba, que forman el centro de la cultura etíope.
